La lingüística y yo (parte I)

Aprendí a leer muy de niño. En mi salón de kinder había un niño llamado Lee. Y un día repartieron comunicados y la profesora dijo que faltaba el de Lee, y yo le dije que yo lo tenía porque mi comunicado decía Lee, pero ese Lee era del verbo leer y no del nombre "Lee" de mi compañero. Ahí entendí que una misma secuencia se podía leer de dos formas diferentes dependiendo de la lengua.

Una vez estaba en el patio de mi casa jugando conmigo. Tendría unos 6 años o 7 a lo mucho. Y me hice la siguiente pregunta: ¿cómo hablo yo? ¿Cuál es mi manera de hablar? Yo conversaba conmigo mismo siempre, y por eso imitaba múltiples voces de todas las versiones que replicaba. De pronto quise quitar todos esos usos y saber cuál era mi verdadera voz, y no la encontré. Y me puse a llorar porque "no tenía voz".

En mi primer colegio, un año se turnaban en los salones primaria y secundaria. Era en cuarto grado cuando vi el periódico mural que habían armado los "mayores" y ponían "Con K-riño x 100pre". A mí me parecía alucinante y entretenido descifrar esa suerte de jeroglífico. Y jugaba con las letras en mi cuaderno buscando crear mensajes ocultos.

En la secundaria, tenía una profesora española en octavo grado. Ella comentó que su primer choque cultural en Perú fue el uso de "palta" como vergüenza. Yo la escuché y me quedé pensando en eso, porque antes ya había pensado en por qué usamos "papaya" para algo fácil. Años más tarde, también en la secundaria, el profesor de Comunicación nos habló de los enclíticos y puso un ejemplo del libro "Matola con una pistola". ¿"Matola" se puede?, le pregunté. Sí, claro. Y yo me quedaba pensando en cómo funcionaba el lenguaje y lo loco y difícil que era definir una "palabra". Estudiaba inglés y cada dos por tres me detenía en pensar en por qué algunas palabras se parecían mucho entre el español y el inglés, o por qué había formas que parecían ser dos palabras juntas, como "maybe", por ejemplo.

Llegó Internet y la comunicación electrónica. Un día me di cuenta de que cuando una persona me escribía tenía que mostrar reacción de mi parte para que sepa que sigo atento y no me había ido. También notaba que la escritura era una forma de crear una personalidad. Yo escribía con Comic Sans, color verde pálido tamaño 10.5. Me parecía juvenil, no tan formal y me gustaba el color verde. Me llamaban la atención las decisiones estilísticas de las demás personas. ¿Por qué times new roman? Me acuerdo las direcciones de correo y nicknames de mis compañeros. ¿Por qué algunos ponían frases y otros sus nombres? Preguntas entre el lenguaje y las identidades sociales.

El lenguaje me ha cautivado en distintos momentos de mi infancia y juventud. Siempre ha estado ahí como un interés personal. Hay una curiosidad por responder preguntas de mi cotidianeidad, de cómo las personas lo empleamos para múltiples propósitos sociales. Ahora lo escribo de esta forma. Antes solo era un mero interés. El spoiler de esta historia es que me convertí en lingüista, pero eso será para otra publicación.

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