De cómo ingresé a la PUCP

Estos relatos los estoy volviendo a escribir luego de que borrara mi blog de más de diez años. Mi lugar de enunciación es distinto, porque, a diferencia de aquella vez en que apenas iba a licenciarme, hoy casi estoy cerca de ser doctor. Ha ocurrido mucho en el camino, y me interesa dejar en este espacio, ignoto para todos, mis pensamientos, experiencias, opiniones y emociones.

Hace 20 años, por estas fechas, ya iniciábamos a pensar en lo que vendría después del colegio. Mis primeras alternativas siempre fueron carreras de números: Administración e Ingeniería Industrial. Decían mis profesores que debía estudiar Informática o algo similar, porque ese era el curso en el que mejor me iba en el colegio, pero yo les decía que no lo veía como algo profesional. Mi papá era administrador, y mi papá siempre ha sido uno de los referentes de persona en muchas de las cosas de la vida. Estudiar Administración era honrarlo, pero también era cumplir una promesa hecha a mi madre un año antes. Ella tenía una tienda de ropa para bebés, Creaciones Yadira, en Huaylas, al lado del Praga. Un día, de la noche a la mañana, le vaciaron la tienda y entró en depresión. Abriría un paréntesis para relatar ese evento, pero -en simple- le prometí que vería su negocio como una gran cadena de tiendas. Así las cosas, todo estaba muy claro para mí. Titubeé por Ingeniería Industrial cuando vi a mi primo ingresar a la UNI, pero solo fue pasajero. Esa era mi elección consciente, en la consciencia de un joven de 16 años.

Honestamente, el que hizo todas las averiguaciones académicas fue mi papá. "Mira, Roberto, hay una carrera que van a abrir en la Católica llamada 'Gestión y Alta Dirección'. Esa carrera se ve con mucho futuro, y ahí tú puedes aprovechar tu inglés". Mi papá siempre valoró que yo supiera inglés desde tan joven, y obviamente yo también. Si papá lo dice, si papá lo recomienda, así será. De la PUCP no tenía muchas referencias; de hecho, ni sabía de su existencia. La primera vez que pisé la universidad fue cuando, justamente, nos habían llevado a una visita guiada (a la que, de hecho, fui con el grupo de ciencias). Convencido de la PUCP por su propuesta y por su campus, acepté encaminarme hacia mi postulación en la Primera Opción.

Llevaba inglés de lunes a viernes desde finales de tercero de secundaria. Lo llevé ininterrumpidamente hasta julio del 2005. En mi salón estaba mi buen amigo Renán, también animado por postular a la PUCP. En el último día del curso, aprobados ambos, nos despedimos con un abrazo y nos deseamos suerte. Él se preparía en la Trilce y yo lo haría en la Pamer: desde agosto hasta noviembre comenzaba la aventura del examen de admisión.

Mi experiencia en la Pamer fue muy particular. Luego de mucho, volvería a estudiar en un contexto mixto, y debo decir que disfruté esos cuatro meses. Eso sí, en retrospectiva, era un lugar de infraestructura peligrosa y poco amable con la pedagogía, viejo, estrechísimo; en líneas generales, era feísimo. Pero la materialidad del espacio siempre debe articularse con lo que los individuos hacen en ella. La Pamer me preparó para ingresar a la universidad con sus ETIs y EVAs. Mi pensamiento al llegar a la Pamer fue "ahora sí hay que tomarnos las cosas en serio", y esto lo pensaba porque nunca ha sido mi meta obtener una nota, sino aprender. ¡Pero en el examen de admisión no importa aprender! O sea, sí, pero principalmente salir entre los primeros lugares. Me clasificaron en el salón avanzado, con los que tenían altas probabilidades de ingresar. Un compañero del colegio se sorprendió de verme ahí, y creyó que había sido suerte. Le dije que, a diferencia del colegio, aquí sí debía darlo todo, como cuando Freezer decide pelear con el 100% de su fuerza, algo así. Otro día comento un poco más acerca de mi experiencia en la Pamer.

Un día antes del examen, el sábado, mi papá me llevó a pasear. Cuánto le debo agradecer a ese hombre que lo ha dado todo por mí. Fue una cita padre-hijo. Fuimos a Cineplanet de Alcázar a ver Gol, y a la salida fuimos a comprar un libro "Mi preparación para Ganímedes". Después, fuimos a Ripley, y me compré dos gorros: una vicera nike y un chullo umbro: "Cuando ingrese, lo voy a necesitar". Yo estaba confiadísimo, pero a la vez muy nervioso. Me fui a dormir temprano ese día, para llegar con calma al examen del domingo.

Domingo 13 de noviembre del año 2005. Muchos de mi promoción y otros amigos más postulamos a la PUCP. Voy a Generales Letras, a la carrera de Gestión y Alta Dirección. Comienza el examen. Mi estrategia es lograr el 100% de respuestas correctas en inglés, sacar lo máximo en aritmética y en comprensión de lectura. Ilativos y gráficos es pan comido. El examen ha terminado, estoy seguro del 100% del bloque de inglés, que felizmente estuvo ahí en ese examen. Vamos a Pamer primero, para reconstruir el examen; vamos a la casa de Freddy después, a comernos las uñas antes de que den resultados. Ya casi con las cuatro; vamos a la PUCP para recibir los resultados al frente.

¡Salieron los resultados! Todos corriendo de un lado a otro buscando una cabina. No puedo, todas están llenas. Unos lloran de alegría, otros de tristeza. Hay una chica de la Pamer que no ingresó y está llorando.

- ¿Aló, papá? Ya salieron los resultados, pero no puedo verlos porque todo está repleto.

- Dame tu código, hijo. Aquí estamos todos frente a la computadora.

- Orden 175, "pasa a entrevista". Ingresaste, hijo. Ingresaste.

Al otro lado del teléfono, escucho gritos y llantos. Es toda mi familia llorando, ¿y yo? ¡INGRESÉ, CONCHADESUMADRE! ¡INGRESÉ! Y me fundo en un abrazo con mi tutora Susana. Susana, ingresé puesto 175. Era un jolgorio. Me fui corriendo de un lado al otro sin poderlo creer. Fueron cuatro meses de mucha carga académica, pero ya era cachimbo de Letras. Ahí también estaban mis amigos que no lo lograron, y nos abrazamos y lloramos. 

Ese día volví a mi casa y todos me agarraron a huevazos. He ingresado a la PUCP a Gestión y Alta Dirección. Días después inició la preparación para el examen. Esa es otra experiencia que, por ahora, la omitiré. También omitiré de cómo casi pierdo mi vacante por llegar tarde a la entrevista post-ingreso. El punto es que me convertí en cachimbo de la PUCP y el 2006 iniciaría mi vida en la universidad.


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